La sentí bajar lentamente las escaleras así que con rapidez termine de poner la mesa, ella se sentó y miro con desprecio la comida como cosa rara.
- ¿A que se debe tanta amabilidad, tanta jaladera de bola?
Yo ilusamente conteste
-Y es que no puedo atender a mi mujer, como siempre lo hago además ya te dije que es un día especial.
-Ah si, ahora con que pretendes comprarme.
Yo aun esperaba alguna señal de cambio algo que me hiciera desistir de mis planes con ella, pero no hacia otra cosa sino sacar lo peor de mi, cada palabra cada mirada cada gesto (salvo cuando quería sexo) era de desprecio, trataba de advertirle que podía desenjaular al gorila que tenia enfrente, yo no era un hombre violento pero si muy vengativo y rencoroso, por eso la forma de vengarme seria lenta y dolorosa, pero ya me ocuparía por ahora debía fingir felicidad y sonreír ante cualquier estupidez que pudiese decir mi mujer, ya las cartas estaban echadas la decisión seria de ella…
Bien , buen día.
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